En un ejercicio de memoria histórica con uno de sus hijos más ilustres, Domingo Cipriano Salvador Gijón (Pedro Muñoz, 1894-Toro, 1975). El gobierno local llevó este nombramiento al pleno municipal para sacar su nombre y su legado del olvido.
Domingo Cipriano fue un idealista intelectual, un visionario que hace un siglo quiso tumbar los gigantes de La Mancha (el desempleo y la despoblación) a través de la cultura.
Siempre con “El Quijote” como brújula, dedicó su vida y su trabajo literario y pictórico a transformar la realidad de nuestra tierra en beneficio de los “Sanchos” y “Alonsos Quijanos” que la poblamos, ya sea demandando una industrialización que generase empleos de calidad en nuestros pueblos, ya sea diseñando y promocionando un modelo de turismo cultural y sostenible con la obra cervantina como hilo conductor.
El reconocimiento a su trabajo por parte de intelectuales de la talla de Juan Alcaide, Sánchez-Albornoz, Rivas Cherif o López de Haro fue borrado durante la dictadura, aunque se mantuvo durante décadas en EEUU. Acusado injustamente por el franquismo de hacer desaparecer un cuadro de Yáñez de la Almedina —hoy sabemos que lo salvó de ser quemado y que cuelga desde hace 80 años en uno de nuestros museos más importantes del mundo, el Museo del Prado—, de nada sirvieron los testimonios de religiosos y personas de todas las ideologías a las que protegió durante la guerra civil.
Cipriano Salvador fue condenado a muerte, aunque conmutaron su pena a 30 años de trabajos forzados en los penales más duros de España. Aun así, siguió fiel a su trabajo y organizó talleres artísticos para los presos. En 1946 salió de prisión en libertad condicional, pero condenado al destierro de La Mancha.
Coincidiendo con el centenario de la publicación de su obra más importante, Es Don Quijote el que guía, le acompañamos en su vuelta a casa, distinguiéndole como PEDROTEÑO ILUSTRE.