Detrás de cada diagnóstico hay un niño con sueños, una familia con miedo y una lucha que no deberían conocer tan pronto. Hay corazones que laten con valentía ante lo desconocido.
El cáncer infantil no es solo una enfermedad, es días enteros de hospitales, sonrisas que esconden dolor y una infancia interrumpida.
Hoy, más que nunca, pensemos en todos ellos. En su fuerza, en su luz, en su inmensa capacidad para sonreír ante la adversidad. Porque ningún niño debería conocer el significado de esta batalla.